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Cuando ni la OMS ni los profesionales sanitarios quieren analizar sus propios datos


Recientemente en algunos medios de comunicación de Euskadi han informado que “las reacciones adversas a medicamentos crecen un 68% en Euskadi el último año” e igualmente nos informan, “las vacunas covid siguen siendo los fármacos con más reacciones negativas”.


Ante estas informaciones los profesionales sanitarios, con sus Colegios Profesionales a la cabeza, no han dado explicación alguna tanto de este aumento de efectos adversos, como de que sean las vacunas covid los fármacos con más reacciones negativas, y, sin embargo, en plena pandemia estas organizaciones profesionales enseguida salieron a los medios, avalando la utilización de las mascarillas, los confinamientos, las restricciones de movilidad, y, por supuesto las inoculaciones, que como ahora se reconoce son los fármacos con más reacciones negativas, cuando no existían estudios científicos que avalasen esas decisiones.

De los datos informados tanto en el año 2021, como en 2022, estos efectos adversos estuvieron correlacionados con las inoculaciones, siendo prácticamente un 30% del total de las reacciones adversas, las ocasionadas por las vacunas. Igualmente si se ha experimentado un aumento de un 68% de los efectos adversos respecto a años anteriores, creo que hay motivos más que suficientes para pensar que el principal medicamento nuevo introducido y aplicado a la población, en este caso con procedimientos al más puro estilo dictatorial, ha sido la vacuna.


Pues bien los profesionales sanitarios, ni con estos datos, ni con la cantidad de personas menores de 65 años que están falleciendo, son capaces de analizarlos y tomar una decisión, ante las dudas razonables que generan las inoculaciones, al menos para adoptar una moratoria con el fin de estudiar lo acontecido con estas vacunas.


Si nos atenemos al porcentaje que suponen los fallecidos por/con covid en los años 2020 y 2022, el 2020, el porcentaje fue de un 12,65%, y, en el 2022, de un 13,67%, cuando en el 2020 hubo fallecidos por otras causas, que se adjudicaron a covid por dar positivo a un test que no servía para diagnosticar una enfermedad, observando como en este 2022, con inoculaciones continuas a la población, el porcentaje supera al año 2020 donde se dio el pico de fallecidos por/con covid en personas mayores de 75 años principalmente, siendo un elemento diferenciador importante que en 2020 no había inoculaciones y en el 2022, las ha habido incluso con cuarta inoculación. Si estos datos tampoco les sirven a los profesionales sanitarios para estudiar lo ocurrido, las excepciones cumplen la regla, sólo me queda decir, o que los profesionales sanitarios son unos incompetentes y no saben de salud pública, o, bien algo peor y que estaría en el ámbito de las responsabilidades judiciales.


Si la OMS, en este momento, deja de recomendar las vacunas de refuerzo de la covid para la mayoría de la población y sólo las recomienda para personas mayores de 70 años como viene siendo habitual con la de la gripe, ¿cuál es la razón para que la OMS no dé por terminada la pandemia?. Nuevamente estamos ante uno de los mayores despropósitos de la sanidad y salud pública.



Bilbo a 18 de abril de 2023

Jon Ander Etxebarria Garate

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