¿Qué es lo que se hizo inicialmente con el relato pandémico?
Es evidente que si este virus ha hecho enfermar a las personas, esta enfermedad ha sido neuronal más que respiratoria, como podemos constatar con el posicionamiento tanto de políticos como de profesionales sanitarios, demostrándonos, de forma continuada,
que lo que realmente han perdido es el sentido común, cuando no la honradez y la esencia que se deben exigir a los seres humanos.
Se inicia esta pandemia con una explosión de fallecidos en primavera de 2020, adoptando los políticos y la mayoría de los profesionales sanitarios una posición que iba más de virus bélico que de virus respiratorio, y utilizando, junto con los medios de comunicación, todas las armas neuronales posibles para llegar a infundir un miedo atroz a la población con los famosos contagios.
Este fue el primer paso, que luego se ha ido continuando durante estos 3 años, hasta la total pérdida de lo que es tener sentido común y de albergar como personas serias dudas razonables que en el relato que empezaban a construir, se iban presentando y que en ningún momento quisieron disipar; como fue la no realización de autopsias por parte de la medicina, para conocer mejor la propia enfermedad y, con ello, los tratamientos más adecuados para sanarla, aplicando una normativa de los fallecimientos por radiación, en la que los tejidos una vez fallecido pueden seguir contaminando, circunstancia que no se da cuando un virus no tiene capacidad de estar activo y, por lo tanto, no puede replicarse al estar las células muertas, como se da en una persona fallecida.
Protocolización, y utilización durante esos meses, por parte de los sanitarios de tratamientos equivocados.
No se investigó si la vacuna de la gripe del 2019-2020 tuvo algo que ver con la enfermedad, si tenemos en cuenta la correlación estadística entre vacunados y tasa de fallecidos/100.000 habitantes, al comprobar que a mayor tasa de vacunación se dio una mayor tasa de fallecidos.
La mayoría de los fallecidos durante esta primavera de 2020 fueron personas mayores, con patologías, vacunadas de la gripe, y, que estaban en residencias, siendo la estrategia llevada a cabo del todo equivocada al convertir esas residencias en cárceles, donde se les abandonó, de tal manera, que incluso se prohibió el que les viesen sus propios familiares, en un entorno donde las medidas de seguridad eran propias de un escape radiactivo más que de un propio virus, indicándonos nuevamente la total falta de criterios científicos, junto con el no querer saber que es lo que estaba ocurriendo realmente.
Igualmente, los políticos, abandonando el sentido común y las dudas razonables, nos llevaron a una sociedad del miedo, con su obsesión por los test de PCR que no servían para diagnosticar una enfermedad, pero si para extender una pandemia virtual, más que real, donde se utilizarón ciclos altos ocasionando falsos positivos que podrían deberse a los propios coronavirus humanos, e incluso, a la misma gripe, creando una verdadera pandemia de test de PCR.
Con esta herramienta de los test de PCR se utilizó un estadístico como la Incidencia Acumulada donde su cálculo estaba totalmente sesgado por el número de test realizados, y, con su correspondiente correlación, con el número de positivos, no queriendo haber utilizado una Incidencia Acumulada Normalizada a un número fijo de test, que hubiese reflejado de forma más real lo que ocurrió durante la pandemia, de modo que prácticamente no se hubiesen presentado tales olas, y, en cambio sí hubiese explicado la primera ola de la primavera del año 2020, con lo que no se hubiesen avalado las decisiones antidemocráticas que se adoptaron.
La otra herramienta esencial fue la de los asintomáticos, los cuales, según decían, podrían contagiar, cuando nadie que no tenga síntomas de una enfermedad lo puede hacer. Decir que casi el 70% de los positivos fueron asintomáticos.
Los confinamientos, restricciones de movilidad y mascarillas, implantada e impuesta, fueron elementos para infundir ese miedo creando una distopía y una desestructuración social. Se llegó al punto e implantar la práctica de delatar a las personas con las que se había tenido contacto, al más puro estilo de épocas oscuras ya pasadas.
El caso de las mascarillas ha sido algo que ha definido claramente a nuestros políticos, donde hemos podido comprobar que el estado español ha sido el último país de Europa en quitarla en los transportes y todo ello porque siempre se han tomado medidas con total ausencia de expertos a nivel de la ciencia, ya que sus supuestos expertos, están a disposición de los políticos con sus correspondientes conflictos de interés.
Las mascarillas no protegen del virus por tener un tamaño de poro superior al de los virus.
Se ha legislado, por lo tanto, mediante un sistema punitivo sancionador (como si el virus se combatiese por recaudar más con las sanciones), donde lo que primó fueron las restricciones de derechos y libertades, dejándonos una sociedad desestructurada y más propia de lo que vienen a ser los sistemas antidemocráticos.
No contentos con lo ya realizado, continúan con su relato durante el verano del 2020, mantuvieron medidas restrictivas, cuando la realidad es que ya no había ningún virus, como se demuestra con sus propios datos oficiales, pero no lo hicieron, porque si hubiesen terminado con él no hubiesen tenido más remedio que estudiar lo que había ocurrido y con ello dar respuesta a las responsabilidades que ello les concerniera.
¿Cómo se ejecutó el relato pandémico?
Continuaron, pues, con el relato, basándose en dos premisas: una, las epidemias estacionales de gripe, y otra, la llegada del “santo grial” de la vacuna. Para eso, adecuaron las olas de covid realizando más o menos test al albur de ir adecuando las olas con las epidemias estacionales de la gripe.
La irresponsabilidad, tanto de políticos como de profesionales sanitarios, contando con los medios de comunicación como tanque de inoculación del virus neuronal del miedo, alcanzó su punto culminante con la llegada de la vacuna, “santo grial”, con todo lo que ello supuso de vuelta de tuerca en la restricción de derechos y libertades.
La estrategia de la vacunación fue del todo antidemocrática, estableciendo los pasaportes covid, el querer vacunar a los menores para proteger a los mayores, incluso con 3ª inoculación, la utilización del chantaje laboral y a los jóvenes, etc. Esto dejó una sociedad totalmente distópica y desestructurada, siendo la mejor prueba de ello lo acontecido en las celebraciones de las navidades del 2021.
Continuaron (sin plantearse duda razonable alguna) con la creación de las olas no solo coincidiendo con las epidemias estacionales de la gripe, donde siempre se daba la misma situación, aumento de número de test en las fases ascendentes y disminución en las descendentes, pero los fallecidos eran mayores en las fases descendentes después de haberse impuesto las medidas restrictivas, demostrando su total falta de ciencia.
Las últimas olas se han realizado para enmascarar los problemas de síndrome covid ocasionados por las inoculaciones, como se ha podido ver con claridad durante este verano, donde con 3ª inoculación se dieron muchísimos más casos de covid, y lo peor, de fallecidos por/con covid, que durante el verano del año 2020, donde el virus prácticamente había desaparecido.
Continúan con su relato con esta 4ª inoculación, en plena época gripal como estamos, con el fin de intentar salir del mismo, encubriendo todo su fracaso pandémico; de manera que, según vaya llegando la primavera y con la desaparición de la gripe, nos den su epílogo afirmando que la vacuna ha servido para frenar la covid, por cierto, vacuna de la 4ª inoculación que está diseñada para la variante “ómicron” y no para la “kraken” u “orthro”, de la misma manera, que ya ocurrió en su día, con la “ómicron” respecto a la “delta”.Al oficialismo le da igual, porque lo que ahora necesita es salir del relato dando a entender que el “santo grial” ha sido eficaz y a controlado la covid, eso si, intentando evitar cualquier tipo de responsabilidad por todo lo ocurrido.
Con los datos se aprecia, si se comparan los fallecidos por/con covid de los veranos de los años 2020, 2021 y 2022 éstos son superiores en el 2022 con pauta completa, 3ª inoculación, e, incluso 4ª, que en el 2021 con pauta completa y que en el 2020 sin vacuna.
Este contrarrelato pandémico se confirma, cuando los medios de comunicación nos anuncian que ha llegado otra variante covid (Orthro), más contagiosa pero menos agresiva, que no supondrá un riesgo extra para el sistema de salud, por las tasas altas de vacunación e infección previa en Europa. Nos dicen, también, que el coronavirus cada vez se parece más a sus primos y hermanos generadores de los catarros invernales de toda la vida, siendo las personas mayores, pacientes crónicos y personas con los sistemas de defensas más débiles los que más han de cuidarse, como ocurre todos los años con la gripe estacional, ya que sus síntomas son los mismos que con las épocas gripales.
Con esta postura, tanto políticos como profesionales sanitarios (existen excepciones) nos continúan demostrando que eso de tener sentido común no va con ellos y, por eso, son incapaces de tomar decisiones. La existencia de dudas más que razonables como son los efectos adversos y fallecidos ocasionados por las inoculaciones, junto con los fallecidos por/con covid, según los datos oficiales, que en este 2022 son superiores a los del año 2020. Igualmente los fallecidos por/con covid respecto al total de fallecidos por cualquier causa son superiores en el año 2022 respecto al año 2020, siendo el elemento diferencial las inoculaciones.
Observando el número de fallecidos por/con covid se aprecia que estos aumentan acorde con el % de las diferentes dosis administradas, expresando las curvas obtenidas como se presenta un mayor número de fallecidos en correlación a los porcentajes de inoculaciones, con pauta completa, 3ª inoculación y 4ª inoculación.
Teniendo presente que la información oficial es que la vacuna es experimental (recordemos que en ciencia todo experimento tiene fecha de caducidad), nos llevaría a adoptar la decisión de paralizar las inoculaciones y poner todos los datos a disposición para proceder a su estudio y sacar las conclusiones pertinentes.
Con los datos actuales vemos como se confirma lo comentado ya que si analizamos lo ocurrido en el período que va desde mediados de octubre de 2022 hasta fin de enero de 2023, fechas en las que se ha ido administrando la 4ª inoculación, vemos como el número de test de PCR han ido disminuyendo.
El número de positivos está correlacionado significativamente con el número de test realizados, como se ha visto a lo largo de la pandemia, mientras que en este mes de enero de 2023, de los datos se observa que no existe correlación alguna, por lo que, se puede tener la duda razonable, de que con toda probabilidad el descenso brusco del número de casos positivos, se habrá dado por haber bajado el número de ciclos a los que se han estado haciendo dichos test a lo largo de la pandemia.
Con otro estadístico como es la Ro (Índice de Infectividad), vemos que se mantiene más o menos estable durante este período de la 4ª inoculación, con valores propios de las epidemias estacionales de gripe, observando que esa Ro no se corresponde con el número de casos positivos, sobre todo durante este mes de enero de 2023, cuando este estadístico define el nivel de casos infectivos, es decir, de casos positivos.
Esto, junto a la disminución del número de testg de PCR realizados, avalaría que durante la pandemia, con toda probabilidad, se habrá contemplado un mayor número de casos positivos, por haberlos hecho a ciclos altos, de forma que muchos de esos positivos habrán sido correspondientes a casos de gripe, catarros y resfriados.
Todos estos datos nos indican que mediante la utilización de la disminución del número de test de PCR y de la bajada del número de ciclos, junto con la esperada bajada de fallecidos por la escasa respuesta a la 4ª inoculación, y, según se vaya avanzando hacia la primavera, con el fin de la epidemia estacional de la gripe, llegarán al final de su relato, enmascarando un auténtico fracaso pandémico, con el objetivo de que no se les exijan responsabilidades, siendo la sociedad la que, por lo tanto, tendrá que reivindicar esa exigencia de responsabilidades.
Como se ve, ahora nos están dando un relato totalmente diferente, acorde con querer salir sin reconocer errores del relato pandémico que ha mantenido la oficialidad a lo largo de estos años. Es, pues, un relato distinto al empleado desde la primavera del 2020, donde el relato versaba sobre un miedo atroz, cuando la situación a partir de junio de 2020 era la misma que tenemos en la actualidad, como lo podemos comprobar con el estadístico Ro (índice de infectividad), con valores, desde esa fecha hasta la actualidad, propios de la gripe.
¿Qué es lo que podemos hacer la sociedad?
Ante este relato fracasado, sin el más mínimo sentido común y, lo que es peor sin un atisbo de plantearse una mínima duda razonable (lo único que quieren en este momento, tanto políticos como profesionales sanitarios es salir del relato sin que se les exijan responsabilidades), la sociedad debe empoderarse y exigir todas las responsabilidades posibles desde el punto de vista tanto de la profesión sanitaria como de la clase política, en donde están todas las ideologías en un mismo barco pandémico, siendo, por ello, necesario que es el propio pueblo quien debe dar una respuesta en un sentido totalmente diferente a lo que hasta ahora ha sido la política al uso, y exigir las responsabilidades pertinentes referentes a este despropósito en el que todos ellos nos han metido.
Su versión del relato se basa en que han sido las vacunas las responsables de esta bajada de la virulencia del virus, aunque con una mayor contagiosidad, y, una menor letalidad, cuando la realidad es que lo que hemos tenido durante todo este tiempo es el virus estacional de la gripe, y, eso sí, con grandes casos de síndrome covid ocasionados por las propias inoculaciones.
El oficialismo (gobierno, políticos, medios de comunicación y profesionales sanitarios) querrá trasmitir a la población que han sido las vacunas las que han desletalizado el virus, con el fin de salir de la forma más holgada posible del relato, con el objetivo de que la población no les pida responsabilidades. Pero es precisamente esta población, la que habiendo creído el relato oficial, la que con su negativa a darse la 4ª inoculación está poniendo al descubierto la falsedad científica del relato oficial.
Si la población, en este momento, acabase definitivamente con las inoculaciones, veríamos cómo los fallecidos por/con covid disminuirían de forma ostensible, y su relato quedaría en total entredicho, de manera que sería un misil en toda regla para que el oficialismo no pudiera salir de este embrollo sin que la población le exigiera responsabilidades por su actuación pandémica, donde vemos como los expertos del Gobierno Vasco nos dicen que se necesitará una década para valorar y afinar el porqué del potencial exceso de mortalidad del año 2022.
El contrarrelato pandémico, como ya lo comenté en su momento, es que han creado una pandemia, al no haber querido estudiar, lo que realmente ocurrió en la primavera del año 2020, para luego, ir tejiendo el mismo, jugando con la cantidad de test de PCR, número de ciclos, creación de olas acorde con las epidemias estacionales de gripe, o bien, las últimas, coincidentes con las inoculaciones, causantes del verdadero síndrome covid, llegando a darnos a entender con este juego, a su libre albedrío, que el “ santo grial” de la vacuna es la razón de que el virus esté controlado y la pandemia se de por terminada. Precisamente la OMS está retrasando su decisión de terminar con la pandemia para hacerla coincidir con el final de la epidemia estacional de la gripe.
Hay que decir, que este relato oficial ha sido muy peligroso desde un punto de vista político, social y económico, porque se ha basado en la restricción de derechos y libertades individuales y colectivas, estando de común acuerdo todas las alternativas políticas, dentro de lo que es propio, de un estado antidemocrático. Con esta pandemia a la sociedad le han usurpado la democracia, es hora de empoderarse y rescatarla.
Bilbo a 13 de febrero de 2023
Jon Ander Etxebarria Garate
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