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Foto del escritorJon Ander Etxebarria

Contrarrelato pandémico

Es evidente que si este virus ha hecho enfermar a las personas, esta enfermedad ha sido neuronal más que respiratoria, como podemos constatar con el posicionamiento tanto de políticos como de profesionales sanitarios, demostrándonos, de forma continuada, que

lo que realmente han perdido es el sentido común, cuando no la honradez y la esencia que se deben exigir a los seres humanos.

Se inicia esta pandemia con una explosión de fallecidos en primavera de 2020, adoptando los políticos y la mayoría de los profesionales sanitarios una posición que iba más de virus bélico que de virus respiratorio, y utilizando, junto con los medios de comunicación, todas las armas neuronales posibles para llegar a infundir un miedo atroz a la población con los famosos contagios.


Este fue el primer paso, que luego se ha ido continuando durante estos 3 años, hasta la total pérdida de lo que es tener sentido común y de albergar como personas serias dudas razonables que en el relato que empezaban a construir, se iban presentando y que en ningún momento quisieron disipar; como fue la no realización de autopsias por parte de la medicina, para conocer mejor la propia enfermedad y, con ello, los tratamientos más adecuados para sanarla, y no los tratamientos equivocados que aplicaron durante esos meses. Igualmente, los políticos, abandonando el sentido común y las dudas razonables, nos llevaron a una sociedad del miedo con sus confinamientos, restricciones de movilidad y mascarillas, implantada e impuesta, en esencia, mediante un sistema punitivo sancionador (como si el virus se combatiese por recaudar más con las sanciones), donde lo que primó fueron

las restricciones de derechos y libertades, dejándonos una sociedad desestructurada y más propia de lo que vienen a ser los sistemas antidemocráticos.

No contentos con lo ya realizado, continúan con su relato durante ele verano del 2020, cuando la realidad es que ya no había ningún virus, como se demuestra con sus propios datos oficiales, pero no lo hicieron, porque si hubiesen terminado con él no hubiesen tenido más remedio que estudiar lo que había ocurrido y con ello dar respuesta a las responsabilidades que ello les concerniera.


Continuaron, pues, con el relato, basándose en dos premisas: una, las epidemias estacionales de gripe, y otra, la llegada del “santo grial” de la vacuna. Para eso, adecuaron las olas de covid realizando más o menos test al albur de ir adecuando las olas con las epidemias estacionales de la gripe.


La irresponsabilidad, tanto de políticos como de profesionales sanitarios, contando con los medios de comunicación como tanque de inoculación del virus neuronal del miedo, alcanzó su punto culminante con la llegada de la vacuna y todo lo que alrededor de ella se derivó, como fueron los pasaportes covid y el querer vacunar a los menores para proteger a los mayores, incluso con 3ª inoculación.

Esto dejó una sociedad totalmente distópica y desestructurada, siendo la mejor prueba de ello lo acontecido en las celebraciones de las navidades del 2021.


Continuaron (sin plantearse duda razonable alguna) con la creación de las olas no solo coincidiendo con las epidemias estacionales de la gripe, sino también enmascarando los problemas de síndrome covid ocasionados por las inoculaciones, como se ha podido ver con claridad durante este verano, donde con 3ª inoculación se dieron muchísimos más casos de covid y lo peor de fallecidos por/con covid, que durante el verano del año 2020, donde el virus prácticamente había desaparecido.


Ya en la actualidad y con su relato totalmente desprestigiado, continúan con la 4ª inoculación en plena época gripal como estamos, con el fin de intentar salir del mismo, encubriendo todo su fracaso pandémico; de manera que, según vaya llegando la primavera y con la desaparición de la gripe, nos den su epílogo de que la vacuna ha servido para frenar la covid, por cierto, vacuna de 4ª inoculación que está diseñada para la variante “ómicron” y no la “kraken”.

Pero al oficialismo le da igual, porque lo que ahora necesita es salir del relato como sea, intentando evitar responsabilidad alguna.

Con esta postura, tanto políticos como profesionales sanitarios (existen excepciones) nos continúan demostrando que eso de tener sentido común no va con ellos y, por eso, son incapaces de tomar decisiones. La existencia de dudas más que razonables como son los efectos adversos y fallecidos ocasionados por las inoculaciones, los fallecidos por/con covid, según los datos oficiales, que en este 2022 son superiores a los del año 2020, y en base a la información oficial de que la vacuna es experimental (recordemos que en ciencia todo experimento tiene fecha de caducidad), nos llevaría a adoptar la decisión de paralizar las inoculaciones y poner todos los datos encima de la mesa para su estudio y sacar las conclusiones pertinentes.


Finalmente y, ante este relato fracasado, sin el más mínimo sentido común y, lo que es peor sin un atisbo de plantearse una mínima duda razonable (lo único que quieren en este momento, tanto políticos como profesionales sanitarios es salir del relato sin que se les exijan responsabilidades),

la sociedad debe empoderarse y exigir todas las responsabilidades posibles desde el punto de vista tanto de la profesión sanitaria como de la clase política.

Y aunque muchos de esa clase política nos quieran decir lo contrario, están todas las ideologías en un mismo barco pandémico, por eso el propio pueblo debe dar una respuesta en un sentido totalmente diferente a lo que hasta ahora ha sido la política al uso.



Bilbo a 20 de enero de 2023

Jon Ander Etxebarria Garate

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